La Importancia del Desayuno
El
desayuno ha sido tradicionalmente en nuestro país una comida ligera.
Hace décadas en las zonas rurales realizaban un desayuno
poco abundante antes de comenzar las tareas del campo, pero el almuerzo
completaba entonces la necesidad del organismo de nutrientes y no faltaban en
la pausa a media mañana embutidos, queso, huevos, pan.
Hoy, sin embargo, muchas personas consideran que han
desayunado tras haber tomado únicamente café, zumo o galletas... lo que dista
de las recomendaciones de dieta equilibrada. Además, el almuerzo brilla por su
ausencia para muchos debido a los rígidos horarios, por lo que el desayuno, ese
gran olvidado, se convierte en aliado para afrontar el día con el depósito
lleno de glucosa, nuestro combustible energético.
Un desayuno equilibrado contribuye a un reparto más
armónico de las calorías a lo largo del día y proporciona, además, una ración
de seguridad de muchos nutrientes especialmente importantes en el periodo
escolar, época de gran crecimiento y desarrollo. Y a pesar de que uno de cada
dos adultos reconoce los beneficios de un buen desayuno para comenzar adecuadamente
el día, en Europa siete millones de niños acuden al colegio cada mañana sin
desayunar, según el barómetro Europeo Kellogg´s del desayuno. Este estudio
también pone de manifiesto que la alimentación que efectúa gran parte de los
niños y adolescentes a primera hora de la mañana contiene un aporte calórico
inferior a lo recomendado. Esto, o su propia omisión, generan un desequilibrio
de sus hábitos alimentarios y, en consecuencia, de su estado nutricional.
¿Qué ocurre si no desayunamos?
Algunas de las consecuencias de saltarse el desayuno
son decaimiento, falta de concentración y mal humor, debido al déficit de
glucosa -nuestro principal combustible energético- que produce el ayuno. Hay
que recordar que a primera hora de la mañana el organismo lleva ya entre 8 y 10
horas sin recibir ningún alimento. La falta de glucosa empuja a nuestro cuerpo
a quemar otras reservas energéticas, lo que causa múltiples alteraciones en el
normal funcionamiento orgánico. En edades escolares, esto condiciona el aprendizaje
y acarrea un descenso del rendimiento, ya que la capacidad de locución o
expresión, de memoria, de creatividad y de resolución de problemas quedan
particularmente afectadas. Estas observaciones han sido verificadas tanto en
niños que presentaban una alimentación equilibrada en su conjunto como en niños
que presentaban una alimentación insuficiente. Por todo ello, se puede
considerar que el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el
estado físico, psíquico y nutricional, pero no sólo de los niños y
adolescentes, sino en personas de todas las edades.
Beneficios de un buen desayuno
Diversos estudios demuestran los beneficios para la
salud relacionados directamente con la toma de un desayuno equilibrado: Mejora
del estado nutricional (grado en el que nuestras necesidades de energía y
nutrientes quedan cubiertas mediante los alimentos que consumimos). Tomar un
buen desayuno ayuda a realizar ingestas más altas de la mayor parte de los
nutrientes que el organismo precisa. Las personas que no desayunan suelen
seguir una dieta de peor calidad, mientras que quienes lo hacen, suelen hacer
una dieta menos grasa y más rica en fibra, vitaminas y minerales.
Grasa. Si el desayuno incluye: tostadas, pan, cereales de desayuno, galletas sencillas, etc., el consumo diario de grasa es menor. El consumo de estos alimentos contribuye a aumentar los aportes calóricos realizados a partir de los hidratos de carbono, reemplazando otros con mayor contenido graso (bollería industrial, repostería, etc.).
Fibra. Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
Vitaminas y minerales. El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales. Estudios realizados en población infantil en distintos países han evidenciado aportes significativamente inferiores para ciertos minerales (hierro, calcio, magnesio y cinc) y vitaminas (tiamina y piridoxina) en los que no desayunaban en comparación con los que consumían esta ración.
Control del peso. Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de límites saludables en mayor medida que las que omiten esta ración. El hecho de repartir las calorías durante el día en 4 ó 5 comidas, ayuda a que no se sobrecargue ninguna de ellas. Esto también contribuye a evitar picar entre horas (snacks, golosinas, bollería y otros dulces, refrescos, etc.), factor muy importante a la hora de controlar el peso.
Rendimiento físico e intelectual. Las personas que omiten el desayuno ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo (descenso de la hormona insulina y aumento de cortisol y catecolaminas...) para mantener la glucemia (nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en el rendimiento físico e intelectual.
Grasa. Si el desayuno incluye: tostadas, pan, cereales de desayuno, galletas sencillas, etc., el consumo diario de grasa es menor. El consumo de estos alimentos contribuye a aumentar los aportes calóricos realizados a partir de los hidratos de carbono, reemplazando otros con mayor contenido graso (bollería industrial, repostería, etc.).
Fibra. Si se incluyen cereales de desayuno o panes integrales, las posibilidades de satisfacer las necesidades de fibra son mayores.
Vitaminas y minerales. El desayuno contribuye significativamente a los aportes diarios de vitaminas y minerales. Estudios realizados en población infantil en distintos países han evidenciado aportes significativamente inferiores para ciertos minerales (hierro, calcio, magnesio y cinc) y vitaminas (tiamina y piridoxina) en los que no desayunaban en comparación con los que consumían esta ración.
Control del peso. Las personas que desayunan mantienen el peso dentro de límites saludables en mayor medida que las que omiten esta ración. El hecho de repartir las calorías durante el día en 4 ó 5 comidas, ayuda a que no se sobrecargue ninguna de ellas. Esto también contribuye a evitar picar entre horas (snacks, golosinas, bollería y otros dulces, refrescos, etc.), factor muy importante a la hora de controlar el peso.
Rendimiento físico e intelectual. Las personas que omiten el desayuno ponen en marcha una serie de mecanismos en el organismo (descenso de la hormona insulina y aumento de cortisol y catecolaminas...) para mantener la glucemia (nivel de azúcar en sangre) en valores aceptables. Estos cambios hormonales alteran o condicionan la conducta e influyen negativamente en el rendimiento físico e intelectual.
El desayuno debe suponer entre el 20 y el 25% de las
calorías ingeridas a lo largo del día. Para que sea equilibrado, deben estar
representados como mínimo los siguientes grupos de alimentos: lácteos (leche, yogur, cuajada, requesón...), frutas y
cereales (pan, tostadas, cereales de desayuno, galletas...). Aparte de estos,
también pueden participar otros alimentos, como derivados cárnicos y dulces, en
cantidades moderadas.
Cereales. Proporcionan hidratos de carbono que
aportan energía, vitaminas y minerales. Los cereales integrales aportan,
además, fibra.
Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente riboflavina o B2).
Frutas. Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.
Derivados cárnicos. Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o pavo), embutidos... Contienen proteínas de calidad con función formadora (de construcción de tejidos y células) y cantidades variables de grasa con función energética.
Lácteos. Contienen proteínas de calidad, calcio, vitaminas A y D, y vitaminas del grupo B (principalmente riboflavina o B2).
Frutas. Aportan hidratos de carbono, agua, vitaminas, minerales y fibra.
Derivados cárnicos. Jamón cocido o serrano, fiambres poco grasos (de pollo o pavo), embutidos... Contienen proteínas de calidad con función formadora (de construcción de tejidos y células) y cantidades variables de grasa con función energética.
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